Después del decreto de expulsión de 1492 hasta la actualidad
Después de la expulsión de 1492, la consciencia judía catalana podría haberse difundido rápidamente, en Roma, Estambul, Edirne, Safed, y especialmente en Salónica los judíos catalanes mantuvieron su independencia hasta el siglo XX, cuando las garras del nazismo exterminaron numerosas comunidades judías. En el s. XVII muchos epitafios en Salónica y otras ciudades demuestran que Catalán, Bargillon, Arocas, Saporta, Cavaller, Chacon, Barzilai, Toledano, se habían convertido en apellidos. La numerosa llegada posterior de judíos de lengua castellana arrinconó el catalán. Es revelador el caso de la familia Cavaller, originaria de Falset, que modificó su apellido en Salónica, por el de Caballero.
Uno de los fundamentos para el pueblo judío para el mantenimiento de su identidad religiosa y étnica fue la educación. La escuela, la familia y la sinagoga fundamentaron la educación de los judíos. El papel de la madre en la educación de los niños (y más en la de las niñas) era fundamental. Después de los alborotos, las matanzas y la expulsión, ha sido necesario que pasasen muchos siglos para que los judíos volviesen a Cataluña y se establecieran.
Ya durante la guerra de España de 1936 a 1939, jóvenes judíos de Cracovia, algunos descendientes de aquel exilio, llegan a Barcelona y se integran a las Brigadas Internacionales. Combatieron con valentía y generosidad contra Franco y el fascismo. Pocos años después, durante la II Guerra Mundial, guías catalanes ayudan a los judíos huidos de la barbarie Nazi a cruzar los Pirineos para que puedan embarcar hacia América.
Hoy numerosos judíos se han establecido en Cataluña donde forman parte del tejido productivo con tiendas y empresas de renombre; y sus jóvenes estudian en las universidades catalanas.