ÉPOCA ANTIGUA
Desde el siglo II d.C. hasta el año 1492
En las tierras occidentales del Mediterráneo, lo que más adelante será Cataluña, hay presencia documentada de comunidades israelitas desde el siglo II. Pruebas documentales son las inscripciones trilingües escritas en hebreo, latín y griego, encontradas en Tarraco (Tarragona), capital imperial de la provincia romana y en Dertosa (Tortosa), importante ciudad de la orilla del Ebro. También lo son las inscripciones con caracteres hebreos en una ánfora descubierta en Ibiza.
En las tierras catalanas, durante más de 1.000 años los judíos habían formado parte del paisaje social y cultural. Y habían sido la vanguardia del conocimiento científico y académico y de la producción artística. En la edad media, los judíos habían convivido con mucha armonía con la población de religión musulmana y cristiana. A causa de su cultura, conocimientos y oficios, los judíos estaban muy bien considerados.
Cuando los condes catalanes junto con el Abad Oliba, el año 1027, establecieron la Paz y Tregua de Dios en Toluges (actual Francia), en la primera asamblea parlamentaria y legisladora del mundo cristiano, ya fueron llamados juristas judíos para redactar todo el corpus legal. La lista de judíos que en Cataluña han destacado en medicina, filosofía, poesía, leyes, etc., es larguísima. Su capacidad para las finanzas y para el comercio los llevó a ser muy respetados por la nobleza y los reyes, que se servían de ellos además como banqueros para financiar sus proyectos.
En momentos de crisis, como durante la quema de juderías de 1391, fue la intervención del rey Joan I la que detuvo el saqueo y las matanzas que llevó a cabo un pueblo enloquecido, debidamente manipulado por monjes cristianos extranjeros que pretendían desestabilizar la monarquía. En Mallorca, la huida de muchos judíos afectó la economía de la isla pero los conversos obligados reemprendieron los negocios con nuevos nombre cristianos. A finales del siglo XV, los conversos tienen el monopolio de jabón, seda y terciopelo, la platería (16 plateros) y de la confección (112 talleres).
El año 1492, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla firmaban en Granada el decreto de conversión o expulsión de todas las personas de religión judía que vivían en sus dominios. Y se ponía fin a una convivencia y, también, a un siglo de durísimas persecuciones iniciadas con los pogromos del año 1391 que habían desembocado en asesinatos masivos y en conversiones forzadas.
En Cataluña, el año 1492, los judíos habían quedado reducidos a una pequeña comunidad de 8.000 personas que contrastaba con los 50.000 anteriores a los pogromos de 1391 (el 15% de la población del Principado). El decreto tuvo poca incidencia en Cataluña. La mayoría de los judíos catalanes que habían sobrevivido a los pogromos, ya habían iniciado el camino del exilio o se habían convertido al cristianismo. La posición social y económica era determinante. Y a diferencia de lo que había pasado un siglo antes, los más ricos se convirtieron y accedieron a posiciones que hasta entonces, por su condición, tenían privadas. Algunos, incluso, se integrarían en la cancillería de Fernando el Católico.
VÍAS DE EXILIO CON LOS POGROMOS (año 391) Y DECRETO DE EXPULSIÓN (año 1492)